En la parroquia de Oles, los antiguos molinos de agua representan un patrimonio histórico de gran valor (en ocasiones olvidado y desprestigiado a partes iguales).
Están situados a lo largo del Arroyo de los Molinos, en un entorno natural rodeado de bosques de castaños, robles y abedules, en unos suelos preñados del negro azabache que caracteriza estas tierras.
Estos ingenios hidráulicos, utilizados durante siglos, formaban parte integral de las comunidades rurales, y su existencia estaba estrechamente ligada al modo de vida agrícola de la región. Según documentos históricos y estudios locales, como los recopilados en el informe cultural del «Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Asturias» (Gobierno del Principado de Asturias, 1998), los molinos tenían diversos usos y tipos de propiedad. Concretamente, los ingenios harineros de Oles datan en su mayoría de principios del siglo XIX.
La mayoría de los molinos de agua en Asturias, incluidos los de Oles, eran privados y pertenecían a familias locales que los utilizaban para moler su propio grano. Sin embargo, en ocasiones, estos molinos se compartían de forma comunal o incluso se alquilaban a otras personas del entorno cercano. Estas prácticas reflejan el espíritu de colaboración que caracterizaba la vida rural en la región. En algunos casos, se establecían turnos o «quendas» para garantizar el acceso equitativo al molino entre distintas familias.
El funcionamiento de los molinos no solo era una muestra de ingeniería hidráulica adaptada al entorno natural, sino también una actividad fundamental para la economía y la autosuficiencia de las aldeas. Además de su utilidad práctica, los molinos desempeñaron un papel social, siendo lugares de reunión e intercambio de noticias y experiencias.
A día de hoy, aunque ya no están operativos, los molinos de Oles son preservados como parte del patrimonio arquitectónico de la zona, aunque en regiones de Asturias la ausencia de implicación política hace que su conservación sea una altruista quimera. Mantener estos ingenios vivos es mantener viva la memoria histórica de las comunidades que los construyeron y los utilizaron.
