Artículo de «El Blog del Tordu» – Periódico cultural y patrimonial de Asturias – APE

La Quintana del Tordu Engalanada

Hay celebraciones que no se explican, se sienten. Las Fiestas del Portal en Villaviciosa son una de ellas. No son solo fechas en el calendario ni actos programados: son el pulso de una comunidad que, generación tras generación, se reconoce en la música, la danza y la devoción compartida. Su historia, que arranca con fuerza a finales del siglo XIX, es también la historia de cómo un pueblo se celebra a sí mismo.

Orígenes: cuando la devoción se hizo fiesta

Aunque el primer programa oficial de las Fiestas del Portal se editó en 1896, es probable que la devoción a la Virgen del Portal ya se celebrara de forma espontánea mucho antes, en procesiones humildes, en cantos populares, en promesas hechas al abrigo de la fe. Aquella edición de 1896 recogía verbenas a la veneciana, concursos de gaiteros y bailadores, conciertos de la Banda Municipal y hasta la quema de globos grotescos. Pero más allá del programa, lo que se respiraba era el deseo de convertir la devoción en encuentro, la tradición en alegría compartida.

Las calles del Carmen, del Ancho, la plaza Santa Clara o el parque de la Alameda eran entonces los escenarios de una Villaviciosa que empezaba a reconocerse en sus fiestas. No había aún orquestas espectáculo ni atracciones de gran formato, pero sí había gramolas, mantones, gaitas y ese fervor que no necesita altavoces para hacerse sentir.

En 1903, la duración se amplió a cuatro días, y con ello se confirmó que las Fiestas del Portal no eran un evento puntual, sino una cita con la identidad maliaya. Desde entonces, cada septiembre se convirtió en una oportunidad para recordar quiénes somos, de dónde venimos y cómo queremos celebrarlo.

El siglo XX: consolidación y modernidad

La plaza de Pidal, hoy plaza del Ayuntamiento, se convirtió en el corazón de los festejos. Allí se vivieron carreras de cintas, competiciones ciclistas, conciertos y decoraciones con farolillos y banderolas que convertían el espacio en un escenario de alegría colectiva.

Algunos años marcaron hitos: en 1907 se celebró uno de los primeros concursos ganaderos del concejo; en 1912, el fútbol irrumpió con fuerza en la villa; en 1928, la traída de aguas coincidió con las fiestas, y en 1932 se inauguró el monumento a Obdulio Fernández Pando, fundador de El Gaitero, obra del escultor Mariano Benlliure. Cada acontecimiento se entrelazaba con la fiesta, como si Villaviciosa supiera que su historia se escribe también en septiembre.

Cartel Ficticio de las Fiestas del Portal 1986

Entre guerra y recuperación

La Guerra Civil interrumpió el ritmo festivo, pero no logró apagarlo. Al retomarse, las fiestas se reinventaron: la música tradicional dio paso a orquestas espectáculo, y la plaza del Ayuntamiento reafirmó su papel como epicentro emocional. Las atracciones crecieron en formato, pero nunca perdieron el alma.

La Danza del Portal: identidad en movimiento

En 1954, el maestro Juan José García Renedo puso música a una salve del siglo XVIII, y Ramón Rivero le dio letra. Al año siguiente, María Jesús Corripio coreografió una danza de parejas mixtas en trajes regionales. Así nació la Danza del Portal, que desde entonces se celebra cada domingo de fiestas como acto culminante.

En 2024, en su 70º aniversario, participaron 72 parejas. Un récord que no se mide en cifras, sino en emoción. Porque la Danza del Portal no es solo un baile: es un ritual que une generaciones, una devoción que se transmite sin palabras. Como dijo Vicente Álvarez, secretario de la Asociación “Amigos de la Danza del Portal”: “La danza forma parte del ADN maliayo.”

Hoy: tradición viva

Las fiestas actuales se celebran entre el sábado y el miércoles siguientes al 8 de septiembre. El programa combina lo religioso con lo profano, lo solemne con lo lúdico: misas, procesión, Danza del Portal, conciertos, orquestas, atracciones, actos infantiles, deportivos y gastronómicos.

Gigantes y cabezudos, la merienda del “lunes de la Jira”, motocross, regata de piraguas, torneos de tenis y fútbol sala… todo convive con conciertos de bandas, corales, presentaciones de reinas y reyes, y pregones a cargo de figuras locales. En 2024, el pregón lo dio Ignacio Alonso L. Iñarra, activista en defensa de la ría, reivindicando el patrimonio natural y cultural de Villaviciosa.

Tras la pandemia, que en 2020 redujo las fiestas a una misa, la villa supo esperar y volver con fuerza. En 2022, los cabezudos volvieron a recorrer las calles, la música volvió a sonar, y los fuegos artificiales iluminaron de nuevo el cielo maliayo.

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